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Saltapura

Aún, en la actualidad, los muertos son enterrados con algunas pertenencias. También es común que algunos reciban botellas con vino o chicha que quedan allí para su beneficio. Hay niños a los que les dejan alguna fruta o alguna golosina.

 

Como siempre, el día llega a su fin y lentamente los asistentes se van retirando, alegres y un poco mareados. En el cementerio quedan los adornos, los regalos, el aroma del vino, un poco de basura y el cariño de los que algún día habrán de llegar para quedarse.

Mi tía Dominga Quintupill, fallecida el año pasado a los 94 años, me contó que cuando ella era niña el cementerio no tenía cerco y que había puros hombres de palo (cemamvj). En ese tiempo no había cruces.

 

Debió ser por los años 50, cuando se construyeron los primeros "mausoleos". En los 60, cuando yo fui niño, se vi cómo construían algunos de ellos: una armazón de material sólido que era pintado invariablemente de color blanco. Muerto con mausoleo, además de un cariño al fallecido/a, era - también - demostración de cierto bienestar económico. En ese tiempo era común que a los muertos les hicieran una reja de madera. Las tablas eran de pellín y los pocos hombres que se dedicaban a ese trabajo las cortaban con sierra de vuelta. De ese modo lograban hermosas formas que recuerdan al sol, aves y otras figuras. Invariablemente, las tablas que formaban la reja y los esquineros tenían la forma de un rombo en la parte superior, que recuerda a los cemamvj. Las cruces, la mayoría, también llevaban (y llevan) ese detalle.

Personajes de Saltapura 2

Personajes de Saltapura 2

El logko Pablo Quintupill Lienleo tiene a la fecha más de 80 años de edad. Es hijo de Ignacio y Angela. Por línea paterna es originario de Hueychahue, comunidad que limita al sur con Saltapura. Se crió sólo con su madre. Hizo estudios formales en la Misión de Boroa y en Nueva Imperial.

 

Casado con Zoila Huilipan (Cholchol) tiene 6 hijas. Todas ya emigraron del hogar, de modo que se dedica solo a las actividades propias para mantener el hogar.

 

Conocedor de la palabra mapuche: es un kimce. Ha intervenido en gijanzugun (mediador en casamiento), de zugunmacife (mediador entre maci y los espíritus), zugutun (discurso funerario), wewpife en juego de palin y mucho más. Ha sido dirigente comunitario y deportivo. Sabe mucho de historia local, de cuentos y otras historias. Es nuestro maestro en la actualidad.

 

Tío (maje) del que escribe, porque es hermano de mi padre biológico y de mi madre adoptiva (Carmela Ñancupil Lienleo), a quien tanto amo. Aquí les presento unos cuantos  fragmentos de relatos, productos de nuestras conversaciones.

Pacto de paz

Pacto de paz

Esa vez, decía mi mamá Angela, llegó el Comandante Parvoza. Vino por medio de otra persona, de intérprete, a buscarle la amistad al cacique Neculman. Siempre recordaba mi gente que le dijo: “Por favor, cacique  Neculman, no peleemos más”. Y firmaron la paz. Comandante Parvoza, dicen que se llamaba el primer comandante de cuando fundaron Temuco.

 

Dicen que Neculman mandó a buscar a todos sus cacique. Dicen que era Cacique General. Hasta Villarrica llegaba su poder. Juan de Dios se llamaba y mandaba toda esa parte. Ahí fue Ñanculeo, a una gran junta. Así como lo hacen los mayores, los parlamentarios, más o menos parecido. Celebró un Congreso y ahí hablaron. Muchos, la mayoría de los cacique dijeron que estaba bien, en presencia del Comandante Parvoza.

 

El Comandante Parvoza dice: “Algún día juntemos las dos sangres. Nosotros somos españoles. Uds. son noble raza. Juntemos estas razas, que sus hijas se casen con nuestros hijos, que nuestros hijos se casen con los de Uds.” ¡Tan cierto que salió ese compromiso!

 

Don Martín Catrileo, el hijo menor, iba acompañando al viejo Ñanculeo, y le dijo a su papá: “Mire papá, está bien. Algún día no sólo cosa mala trae el wigka. Algún día vamos a estudiar. Algún día vamos a civilizar. Algún día vamos a poner zapatos, a usar buena ropa. Eso significa”. Por que lo antiguo era pura chiripa, sin pantalón.

 

Entonces, Ñanculeo, dijo: ¡Caramba! Yo nunca pensaba dejar esto. Tendré que hacer caso, por que siempre me va ganando el wigka. ¡Siento que tanta familia: mi querido primo, mi querido sobrino, mi querida familia han muerto! Por eso yo decía: No dejaré nunca de pelear, hasta morir”.

Relato de Pablo Quintupill entregado a Erwin Quintupill.

Misión de Boroa

Misión de Boroa

Entonces firmaron ese pacto. Y Juan de Dios Neculman dijo: “Así como tenemos este compromiso, que me mande educador para que mi gente sepan leer y escribir”. Y de ese compromiso llegó la Misión que tenemos en Boroa.

 

El cacique Ancan dijo: “Yo tengo tierra. Yo les voy a dar tierra adonde lleguen los sacerdotes, adonde lleguen los educadores”. 120 hectáreas donó. Misión de Boroa: Ahí llegaron los Padres. Después llegaron las monjas.

 

Llegó el día en que tenían que traer a los Padres. Llegó un werken pidiendo una yunta de bueyes y una lasta (1) para ir a buscarlos. De Angol dicen que trajeron a esos sacerdotes.

 

Le tocó ir a Ñancupil, el papá de Wete. Era un muchacho joven, dicen, en ese tiempo. Le prepararon una yunta de bueyes, de esos indianos que parecían búfalos.

 

Y todavía estaba la lasta en que trajeron a los Padres, los antiguos. : Un gancho de palo bien arreglado, así tan grueso, más o menos. Como reliquia lo tenía mi tío Wete Ñancupil. “Con esta lasta se trajo a lo Padre, maje”, me decía. “Fey, tvfa mew ta yegemey ta pu Padre. Yemey ta ñi caw em (2)”, decía.

 

¿Cómo pasaron los ríos? Eso me pregunto yo. Cuando no había puente y había que pasar tanto río. ¿Habría lancha? ¿Habría balsa? ¿Qué sería lo que arreglaban los antiguos? Dicen que anduvieron varios días. Este caballero (Wete) dicen que puros libros fue a cargar, amarrados en la lasta y a la rastra. ¡Cuántas lastas fueron! ¡De distintos lugares, los cacique principales...! Acarrearon todas las cosas, todo lo necesario que tenían los Padres.

 

Y ahí venían los sacerdotes viajando. De a poco venían, hasta que llegaron a ese lugar, Boroa, y se posesionaron.

 

La Misión de Boroa actualmente existe. Ese terreno fue donado por un cacique, para darle educación perpetuamente gratis a los mapuche. Los sacerdotes, apenas murieron los cacique, empezaron a cobrar. ¿Qué le parece?

(1) Actualmente es un medio para transportar las herramientas de labranza, formada por una gruesa rama con forma de Y.

(2) "Eso, en esto trajeron a los Padres. Fue a buscar mi padre.”

Relato de Pablo Quintupill entregado a Erwin Quintupill.

Lincoleo

Lincoleo

Ese Lincoleo, dicen que, por allá peleando se le atravesó un proyectil, y se entregó a un médico de Toltén, para que se lo sacaran. Guerrero famoso ese Lincoleo, hijo de Ñanculeo.

De esto hará como 150 años. Entonces, le sacaron el proyectil y lo dejaron envenenado, porque era un matador mapuche de lo más grande. A los wigka no los perdonaba. Era uno de los de Salamanca, no le entraba nada. Con veneno lo mataron. Llegó aquí a su casa y murió. Los médicos lo envenenaron. Después, siguió la guerra Ñanculeo.

Piwucen

Piwucen

Vuela arriba. Tres veces dice en la noche como pidén. Para en los laureles, dicen. Vuela patas pa’ arriba y es como una gallina. Cuando lo hace normal, chupa la sangre de los animales. Probablemente empollan en laurel.

 

A un wigka le dieron el trabajo de cortarlo. ¡Ah!, dijo él, yo sé por qué nadie se atreve. “Me van a matar un cordero, me van a tener vino y ají”.

 

Empezó a cortarlo y a cada momento decía “tráiganme comida y vino”. Cuando cayó el árbol, ahí estaban los pajaritos, y el piwucen estaba bien curado, dicen.

Relato de Pablo Quintupill entregado a Erwin Quintupill, en Saltapura, 1985.

Casamiento de Rupayleo

Casamiento de Rupayleo

¡Antes, dicen que, era cosa seria el casamiento! Mi mamá siempre me contaba el famoso casamiento que hubo aquí, el de Rupaileo. ¡Ninguno después de ese! ¡Dicen que se pagó (2) como 160... 180 vacas! Sesenta vacas cada corral más o menos. Dice que se llenaron tres. ¡Ese es pago! ¡Y dos caballos ensillados! Pero, todo con plata (3).

 

Esa Rupaileo, dicen que, era una mujer muy famosa. Posiblemente era algo de arte (4) digo yo. ¡No puede ser tanto una mujer! Dos, tres, cuatro hombres dicen que era capaz de aforrar. Montaba su caballo, no más, y listo. Y era guerrera: le daba gusto matar wigka (5).

(1) Tío, hermano del padre.

(2) A poropósito del concepto "pago":  “Eso no es pagar, si no que es demostrar. Como cariño, como agradecimiento. Como desmotrar que tienen”. “No se dice ‘pagar’, se hace gijanzugun. Eso es gijanzugun”. (Comunidad Saltapura, abril de 1995).

(3) Aperos adornados con plata.

(4) Se refiere al hecho de que los antiguos se iban a lugares secretos, en los que eran preparados para la guerra, adquiriendo poderes "sobrenaturales".

(5) Extranjero.

Culebrón

Culebrón

El padre de Quintreleo era pobre y cuando se casó lo despreciaron los cuñados. Pensó harto de cómo ser rico.

 

Según, dicen, que encontró una culebra en una sementera de trigo. No le hizo nada, lo dejó. En la noche soñó, y le decía: “por qué no me tomaste, yo tengo la riqueza. A la misma hora suelo estar siempre”. Le dijo que llevara un pañuelo y lo dejara en el lugar en que la vio y que después fuera a buscarlo. Así lo hizo y encontró una pepita de oro.

 

El después lo llevó a la casa: la culebra fue culebrón. Él se enriqueció. Una de las hijas algo heredó, parece.

 

Una maci dicen que lo arreglaba: le hacía oración a la señora (hermana de Quintreleo). Eso era pa’ que no se la llevara, pa’ que viviera más tiempo.

 

Ese bicho, siempre sigue la herencia, o sea, se queda en la familia.

Relato de Pablo Quintupill entregado a Erwin Quintupill, en Saltapura, 1985.

Tuwvn 2

Tuwvn 2

El viejo Quintupill, dicen que venía de Tromen. Nosotros no les conocimos y mi padre nunca nos dijo de dónde venía su papá. De parte de su mamá, sí.

De parte del papá de la mamá de mi papá siempre han sido de Quilaco. Dicen que el papá de Quintupill  se llamó Chiguaypil. Y el papá de Chiguaypil se llamó Pichipil y no tiene nada que ver con los Pichipil de Hueychahue.

Este Pichipil, el de Hueychahue, vino de Carahue y llegó en calidad de mozo. El cacique Marileo lo trajo para cuidar animales. El cacique Marileo fue el abuelo de Benancio Marileo, el que vive en Quilaco.

El papá, el abuelo de Quintupill no existe. Borraron ese nombre. ¿Familia existirá ? Yo no los conozco.

Mi bisabuelo se llamaba Chiguaypil y nació ahí mismo donde vivía Ignacio, mi papá. A mi abuelo cuando pasó la Radicación le pusieron Juan Quintupill ; pero, se llamaba Quintupill.

“¿Cómo se llama ?”, le decían los ingenieros. “Quintupill”, no más, decían. “Quintupill. ¡Ah !”. Entonces, le pusieron nombre : “Juan va a llamar”. Los mapuche antiguo no tenían apellidos.

Aquí pasó lo mismo con mi otro abuelo. “¿Cómo se llama Ud. ?”, le decían. “Lien. Lien me llamo.”. Entonces, le pusieron Segundo Martín Lienleo. El otro dijo : “Huenchuleo, me llamo.” Y le pusieron Tercero Martín Huenchuleo. Así está en el plano.

Por eso, ahora cada uno tiene su apellido. Los ingenieros le ponían nombre. Y el nombre de ellos quedó como apellido.

Nunca me informé de dónde vino mi bisabuelo Chiguaypil. Yo me crié aquí en Saltapura. El papá lo conocí después. Él o los tíos que tuve nunca conocieron la descendencia. No conversaban ellos. Eran gente de corto conocimiento. Pero, la mamá de mi papá Ignacio vino de Quilaco, de la familia Quilaqueo. Mis familiares por parte de Ignacio son los Maliqueo, los Quilaqueo.

A mi abuela le decían Ziuka. Pero, ¿quién sabe de dónde venía ? Llegó donde los mapuche. Los viejos antiguos le pusieron Ziuka. Posiblemente era cautiva. Yo no creo. La mamá creo que fue cautiva, era rubia. Mi abuela parecía gringa. ¿Qué mapuche es así ? La mamá de Valerio era igual. Eran hermanas.

Relato entregado por Pablo Quintupill a Erwin Quintupill, en Saltapura el 02 de febrero de 1991.

Su casamiento 1

Su casamiento 1

Al otro día, llegando aquí uno tiene que mandar a una persona de respeto, responsable - para que vaya - y tenga buen vocabulario, para ir a decir lo que significa: Que aquí llegó y que aquí está, que estén tranquilos. Así que los papá y mamá esperan eso, al otro día. Cuando perdió una niña esperan al mensajero. Nosotros decimos el werken.

Pero tiene que hacer el papá. Mi papá tiene que mandar, no yo.

Después me preparé para celebrar mi casamiento. Un mes después, más o menos, vine a “pagar” mi casamiento. Otra vez tengo que mandar a mi werken, mi persona mayor de edad. Fue mi cuñado Martín Raguileo. El partió de nuevo; pero, tiene que ser llevado por otra persona. El hermano de mi suegro fue el intermediario. El no podía llegar a la casa del papá de la novia solo, tiene que ser con otra persona, un intermediario. Llega el werken, va acompañado.

Allá llega y habla con su hermano: Mire hermano, aquí llegó otra vez este caballero. Quiere hacer su pago.” Entonces mi suegro tiene que señalar el día en que tenemos que ir nosotros.

Así lo hice. Creo que dejó una semana. Un poco más, un poco menos, no me acuerdo bien. Fuimos a pagar.

Compré una bestia para matar: una yegua. Dos ovejas. Un reboso, un chamal; para la Mamita, mi suegra; dinero en efectivo, para el suegro. Todo eso se hace, se entrega en el acto. Y tiene que haber una persona para que vaya a hacer uso de la palabra: “Este es el pago...”

A mí me ayudo mi hermana Dominga. Me ayudó la hermana Carmela. Me ayudó otra prima que tenía en La Vega. Mis cuñados me dieron dinero en efectivo: 500 pesos (en ese tiempo era harta plata). Yo compré la bestia, una auka, una bestia que nunca se ha montado. ¡Gorda! Esa la matamos allá.

Relato de Pablo Quintupill entregado a Erwin Quintupill, en Saltapura el 02 de febrero de 1991.

Su casamiento 2

Su casamiento 2

Porque yo le dije esa vez: "Mire, tenemos este compromiso. El 23 te voy a ir a buscar", le dije 3 ó 4 días antes. Y lo consulté con mi primo Salvador. Él me dijo: "¡Vamos, hombre!"

 

Como faltaban dos días para la Pascua, mi Mamita mató una oveja y yo traje 10 litros de vino. Entonces, puse en la maleta[1] dos botellas de vino y el fiambre[2]. Partimos como a las seis de la tarde y nos fuimos despacio. A Pancho Soldado lo encontramos por el camino y de a caballo. Venía cureque[3] el viejo. "¡Hola sobrino, pa’ dónde va tan tarde! ¡Qué lástima que nos encontramos aquí! De haber sido en Almagro nos hubiéramos tomado unos buenos tragos". Entonces, estiré la mano y saqué una botella: "Aquí hay una botella", le dije. "¡Chita sobrino, ya sé pa’ qué es! No te arrepientas, esa es tu suerte. ¡Vaya con fe y confianza, verá que algún día va a ser feliz usted!" Me animó el viejo, oiga. Ahí crié valor yo.

 

En Imperial llenamos las dos botellas y seguimos por Hualacura.

 

Llegamos oscureciendo. El tío Maliqueo estaba en el callejón, en una sombra. No lo vi. Pasamos de largo. "Debe ser por mi sobrinita", es que dijo y entretuvo a su hermano. Llegamos a la casa de la señora donde teníamos indicado y ella se puso a atendernos: puso un sartén con huevos. Y en eso llega corriendo ésta: "Vamos altiro - dijo - parece que el papá viene corriendo detrás de mí". Montó a caballo y nos vinimos. ¡Nada de huevos! ¡Ladrón, pues! Así traje a mi señora.

 

Hubo intermediario, porque esa señora a mí me atrincó. Nos vimos en el pueblo y me dijo: "Usted tiene que casarse con la Zoila, entre mañana o pasado". Me atrincó ella, una persona de respeto. Me tomó de la mano y me comprometí de corazón. "Ya, pase su mano - me dijo -; pero, si tú mientes de esta mano te va a salir un castigo". Así me hizo comprometer una tía de la señora Zoila. Así fue que me casé.

Relato de Pablo Quintupill Lienleo entregado a Erwin Quintupill. Comunidad de Saltapura, 31 de octubre de 1993.



[1] Maleta: Kutama o prevención.

[2] Fiambre: Carne cocida.

[3] Cureque: Ebrio.

Lino Raguileo

Lino Raguileo

Inicio en esta oportunidad una serie mostrando a personas significativas de mi comunidad de origen: Saltapura. En otra ocasión, ya dije, y lo repito ahora que, nuestro lof se ubica a 16 km al sur de Nueva imperial, en la novena región (zona chilena de nuestro Wajmapu).

 

Parto presentando a uno de los más jóvenes en la actualidad: Lino Raguileo Canales, escultor autodidacta, nacido en 1984. Emigró al pueblo más cercano siendo niño aún para completar sus estudios básicos y medios. En ese entonces, ya mostraba sus aptitudes artísticas a través de juguetes que fabricaba para compartir con sus hermanos, quienes a su vez también poseen una exquisita sensibilidad. Alguna vez divisé un muñeco de palo con que la menor de todos jugaba. En la tierra erosionada, a las orillas de los cercos y otros lugares era común encontrarse con los vestigios de sus juegos: construcciones hechas de astillas, palitos y tierra. Algo similar a los juegos que con mi hermana Flor desarrollábamos cuando niños.

Cuando se aproximaba a la adolescencia, intenté contactarlo con un escultor mayor. No lo hizo en esa época; pero, me comentó que posteriormente sí, aunque sólo fue para conocerlo. Todo su arte lo ha desarrollado alejado de maestros y academias.

 

Hace un par de años, tuvimos nuestra primera conversación en serio y me mostró algunos trabajos realizados a la fecha. Quedé muy impresionado, pues no se trataban de artesanías, sino claramente de obras de arte: esculturas. Si dudas tuve, se disiparon totalmente cuando me confió su modo de trabajar y sus propósitos.

Escultura: Lino Raguileo. Foto: Jorge Sir. Saltapura,  julio 2007.

Se dedicaba a buscar los troncos y trozos de madera que habían quedado sepultadas en el lecho de los esteros. Me dijo que los observaba hasta comprender lo que en su interior se hallaba. Lino dialogaba, entonces, con la madera y hacía emerger de ella  lo que creía que le iban diciendo.

 

En esa fecha, me mostró conocí una escultura que medía aproximadamente 50 cm de alto, unos 60 de ancho. Se trataba de un cuerpo femenino: una mujer sentada sobre sus piernas, no tenía rostro (él la había mutilado). Estaba desnuda y sus brazos se estiraban hacia atrás hasta unirse de un modo reposado. De su cabeza se desprendía una enorme y desfigurada cabellera semejante a un manojo de raíces retorcidas que finalizaban en una especie de vasija descansando sobre sus muñecas cruzadas. La imagen no se veía forzada. Tuvo rostro, como dije; pero, Lino en un acto que calificó de … lo desgarró. En ese lugar se observaba una triste cicatriz cóncava. De esa escultura, sólo queda una fotografía en que la podemos ver parcialmente. No quise fotografiar su rostro, por pudor. Ahora, me arrepiento.

Escultor: Lino Raguileo. Foto. Erwin Quintupill. Saltapura, oct 2006

Escultor: Lino Raguileo. Foto. Erwin Quintupill. Saltapura, nov 2006

Lino persiste en su afán de conversar con las maderas enterradas, aunque ha escrito algunos versos (muy pocos) y en ello no se ve mal. A principios de 2008, se interesó en los instrumentos musicales: estamos embarcados en el plan de hacer un juego de 6 pvfvjka (pifilka) para tocarlas entre tres personas. Según nuestro tío y maestro, Pablo Quintupill, era el modo en que solía hacerse tiempo atrás. Él nos habló de la maci (machi) Wvspvj (wüspüll), bisabuela de Lino, quien habría traído un juego similar desde el otro lado de la cordillera. Una de esas pvfvjka la conserva nuestro tío y nos la prestó para que la reprodujéramos. Hace un par de semanas estuve en el taller de Lino y aprecié que sólo falta una. También está construyendo kulxug (kultrun) y xuxuka (trutruka).

Escultura en construcción: Lino Raguileo. Foto: Erwin Quintupill. Saltapura, julio 2008

Otra disciplina que Lino ha estado explorando es la pintura. El primer trabajo (no terminado aún) es una tela montada sobre cuatro palos cruzados de modo similar a los del telar. Sobre ellos dispuso una tela de arpillera y ha estado pintando sobre un fondo -que considera los 4 colores de la vkvja (ükülla)- una figura humana, a la que le aplicará otros objetos como 4 kojog (kollon).

 

Espero disfruten esta muestra de obras de mi joven pariente. Ojalá, también alguno de ustedes ayude a divulgar su obra. Si lo invitaran a exponer sería magnífico, pues lo ha hecho muy poco (Nueva Imperial, Temuco y Osorno).

Pintura en construcción: Lino Raguileo. Foto: Erwin Quintupill. Saltapura, julio 2008.