Mi padre contaba
Mi madre también, que en esta fecha la gente salía a la medianoche y se iba a meter a los mallines. En donde nosotros vivimos no hay ríos ni esteros adecuados; por eso, iban a los mallines a bañarse. “¿A esa hora papá? ¿No hacía frío?”. “¡Éramos jóvenes!; pero, toda la gente iba, los mayores también”. “¿Se juntaba mucha gente?”. “No, era la familia, no más; pero, gritábamos y de lejos nos respondían los otros. Otra gente que iba al mallín que le quedara más cerca de la casa”. “¿Por qué hacían eso, papá?”. “Pa’ limpiarse, pa empezar de nuevo el año. Los antiguos decían we xipantu; o sea, que empezaba un nuevo año. Era la noche más larga y de ahí empezaba a acortarse. Era bonito”.
En esos años, mis padres me enseñaron a lavarme el rostro justo a la medianoche. La verdad es que ignoro cómo lo hacían antes, pero en esa fecha disponíamos de un reloj despertador que nos daba la hora exacta. También aprendí otros asuntos en ese día: a probar suerte con “pruebas de San Juan”. Después entendí que eso era préstamo cristiano; pero, nos entreteníamos mucho.
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