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Saltapura

Se dedicaba a buscar los troncos y trozos de madera que habían quedado sepultadas en el lecho de los esteros. Me dijo que los observaba hasta comprender lo que en su interior se hallaba. Lino dialogaba, entonces, con la madera y hacía emerger de ella  lo que creía que le iban diciendo.

 

En esa fecha, me mostró conocí una escultura que medía aproximadamente 50 cm de alto, unos 60 de ancho. Se trataba de un cuerpo femenino: una mujer sentada sobre sus piernas, no tenía rostro (él la había mutilado). Estaba desnuda y sus brazos se estiraban hacia atrás hasta unirse de un modo reposado. De su cabeza se desprendía una enorme y desfigurada cabellera semejante a un manojo de raíces retorcidas que finalizaban en una especie de vasija descansando sobre sus muñecas cruzadas. La imagen no se veía forzada. Tuvo rostro, como dije; pero, Lino en un acto que calificó de … lo desgarró. En ese lugar se observaba una triste cicatriz cóncava. De esa escultura, sólo queda una fotografía en que la podemos ver parcialmente. No quise fotografiar su rostro, por pudor. Ahora, me arrepiento.

Escultor: Lino Raguileo. Foto. Erwin Quintupill. Saltapura, oct 2006

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