El mingako mapuche
El mingako es la actividad en que se concreta la reciprocidad. Tradicionalmente quien necesita finalizar un trabajo, generalmente apremiado por las condiciones climáticas, situación económica o algún otro motivo, acude a sus amistades y familiares para solicitar ayuda. El rukan o construcción de la casa es un ejemplo.
Durante los años de guerra se construyeron apresuradamente defensas en torno a la casa, haciendo una cuneta profunda y colocando en ella troncos de árboles, cortados por la mitad o enteros. El cerco (malal) resultante sobresalía unos dos metros o más sobre la superficie. Posteriormente, en los años en que fue derribado definitivamente el bosque nativo, era común la realización del malaltun, para cercar los predios a sembrar. Estamos hablando de los años posteriores de la guerra con el estado chileno o último período histórico según el peñi Armando Marileo. Otros motivos para la realización de un mingako son la siembra, la cosecha, etc.
Quien invita dispondrá todo lo que puede aportar, para que sus invitados se sientan gratos de ayudar. El mingako es un espacio de trabajo colectivo, con elementos de celebración. Así entonces, los invitados serán recibidos con harina tostada a gusto. Después, el almuerzo se desarrolla en el mismo lugar de trabajo, generalmente a un costado del predio y/o bajo un árbol. (Muchas veces, las mujeres cocinan allí mismo). Allí, los participantes dan rienda suelta a las bromas, a la conversación liviana mientras ocurre un breve descanso. Se ofrece chicha de manzana a discreción, pues queda aún mucho por hacer. La narración de tallas sucede con ligereza, casi al final de la faena. Terminado el trabajo, se sirve la cena en la casa. Ahora se puede beber chicha holgadamente, se comparte hasta muy avanzada la noche. Hay alegría y gratitud en los dueños de casa. Ocasionalmente, surgen canciones en mapuzugun o en castellano, o incluso baile.
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