Se nos fue la más antigua
Con algo más de 90 años dejó la vida Dominga Quintupill Lienleo, hermana del logko Pablo, tía del que escribe y abuela de Fernando y Lino Raguileo. La noticia avanzó rápido en la noche del miércoles 19. La acompañé hasta que dejó de respirar me dijo Lino días después, ya en el velorio. Mucha gente llegó a hacer compañía. Como es natural, en estos casos, muchos animales se fueron también. El entierro fue el sábado. Agotador día aquel en que hay que partir con una breve ceremonia para sacar el ataúd desde la casa y llevarlo al espacio abierto. Los de Saltapura a un costado de la fallecida, los de Hueychahue en el otro. Cargaron a la tía sus familiares hombres más cercanos y en el sitio abierto de la era fue dejado por toda esa mañana. A su alrededor nos fuimos ubicando los participantes. El vecino Cata (Juan Painen); el presidente (Juan Paillafil); el tío Marcelino Quintupill, aunque viviendo en Hueychahue, por ser su hermano; mi hermana Flor Raguileo y yo, en representación de nuestros padres fallecidos, mi hermano José Raguileo, mi prima Margarita Raguileo; los dueños de casa, Claudina y Herman Raguileo; las primas Benedicta y Teresa Licanleo; mi hermana Miriam Raguileo y la tía Marta Quintupill.
Con un sol abrasador, cerca de las 3 ó 4 de la tarde fue el zugutun que bien hablaron el logko Pablo Quintupill, por Hueychahue y Martiliano Lincoleo por Saltapura. Hermoso discurso en medio de la tristeza de los más directos. Tranquila despedida, con recogimiento y sin perder la alegría. La muerte es compañera de la vida, siempre está presente y sólo mortifica cuando se lleva a los nuevos o a los de edad mediana. Cuando se muere de edad avanzada y sin mortificaciones es más la tranquilidad que nos abraza.
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