Piwucen
Vuela arriba. Tres veces dice en la noche como pidén. Para en los laureles, dicen. Vuela patas pa’ arriba y es como una gallina. Cuando lo hace normal, chupa la sangre de los animales. Probablemente empollan en laurel.
A un wigka le dieron el trabajo de cortarlo. ¡Ah!, dijo él, yo sé por qué nadie se atreve. “Me van a matar un cordero, me van a tener vino y ají”.
Empezó a cortarlo y a cada momento decía “tráiganme comida y vino”. Cuando cayó el árbol, ahí estaban los pajaritos, y el piwucen estaba bien curado, dicen.
Relato de Pablo Quintupill entregado a Erwin Quintupill, en Saltapura, 1985.
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