Culebrón
El padre de Quintreleo era pobre y cuando se casó lo despreciaron los cuñados. Pensó harto de cómo ser rico.
Según, dicen, que encontró una culebra en una sementera de trigo. No le hizo nada, lo dejó. En la noche soñó, y le decía: “por qué no me tomaste, yo tengo la riqueza. A la misma hora suelo estar siempre”. Le dijo que llevara un pañuelo y lo dejara en el lugar en que la vio y que después fuera a buscarlo. Así lo hizo y encontró una pepita de oro.
El después lo llevó a la casa: la culebra fue culebrón. Él se enriqueció. Una de las hijas algo heredó, parece.
Una maci dicen que lo arreglaba: le hacía oración a la señora (hermana de Quintreleo). Eso era pa’ que no se la llevara, pa’ que viviera más tiempo.
Ese bicho, siempre sigue la herencia, o sea, se queda en la familia.
Relato de Pablo Quintupill entregado a Erwin Quintupill, en Saltapura, 1985.
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